Prohibición de la lectura de la Biblia al público


Prohibición de la lectura de la Biblia al público


En 1229, el Concilio de Toulouse prohibió a los laicos poseer una copia de la Biblia y en 1234, el Concilio de Tarragona ordenó quemar todos los volúmenes de textos sagrados traducidos a la lengua vernácula. Estas prácticas continuaron durante el siglo XV.
En muchos casos, se dificultó que los laicos leyeran la Biblia, y se castigaba a quienes intentaban traducirla a lenguas comunes. Esto iba en contra del espíritu de que la palabra de Dios debe ser accesible para todos.

 

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